Está contratado por el doble de la jornada que hace
En primer lugar cabe aclarar que esta afirmación no es fruto de la ignorancia puesto que ya se le explicó que el cómputo de jornada es anual y no semanal, por más que diga el contrato “horas semanales”. Se trata, ni más ni menos, de la distribución irregular de la jornada, cosa que beneficia a las empresas y que es fruto de la tan reclamada flexibilidad por parte de las patronales.
El caso es que, al realizar el cómputo de horas anual, sobrepasa en torno a unas 80 horas anuales (que deberían ser pagadas como extras) las fijadas contractualmente. Y lo hace con una categoría muy inferior a la que realmente ejercía, basándonos en las funciones que define el convenio colectivo para cada categoría. Y es que… ¿A quién ayuda un ayudante de camarero que trabaja solo?
Tiene un contrato indefinido desde 2013
Esto es falso: es un contrato que está en fraude de ley, precisamente por ser un contrato temporal, no indefinido. Otra cosa es que sea, a efectos jurídicos, indefinido, dado que todo contrato en fraude de ley se convierte automáticamente en contrato indefinido. Conseguir ese contrato costó, y mucho, pues la práctica habitual era dar de alta al trabajador solamente en verano, aunque siguiera trabajando todo el año.
Tras pedir copia de los contratos a la empresa y ante la ausencia de respuesta, el trabajador acudió al SEPEPA a pedirlas. Allí se encontró con la sorpresa de que no hay contrato alguno comunicado a nombre del dueño del bar. De cara al INEM, no hay ninguna relación laboral del trabajador desde el año 2010.
El plan de prevención de incendios
Data del año 2011: en ese año, La Folixa no estaba en Oscar Olavarría, 10. Por otro lado, de poco sirve tener un plan firmado y visado enterrado en un cajón si no formas a los trabajadores con él. Es más: es totalmente inútil si ni siquiera informas de su existencia.
La mejor prueba de la inutilidad de ese plan —hecho para otro establecimiento hostelero años antes de que el centro de trabajo se trasladase a ese local— es el incendio sufrido en el cuadro eléctrico del local.
La empresa no dispone —y si dispone, no lo aplica— del plan de riesgos laborales. Tampoco ha adoptado, en siete años, las medidas pertinentes en materia de formación y prevención de riesgos laborales.
En la misma línea, jamás ha prestado la obligatoria revisión médica anual a sus trabajadores.
Pagas extra, moscosos, vacaciones…
Efectivamente, el trabajador cobró por el fin de semana que no pudo acudir al trabajo por el fallecimiento de su abuelo, sí. Aunque tuviera que pedirlo expresamente y empezara a cobrarlo un mes después. Dice mucho utilizar y publicar en internet el cobro de ese día. De igual manera, el trabajador asumió tareas extras por circunstancias parecidas en las que el empresario no pudo asumir sus responsabilidades.
Cabe destacar que el trabajador no ha firmado nómina alguna, por lo que podría reclamar como si no hubiera cobrado nada y sería la empresa la que tendría que demostrar que no ha sido así. Como se le comunicó en la primera reunión, por honestidad, no se ha procedido por ese camino y solamente se está reclamando lo que le corresponde .
No cobró moscosos (?), ni vacaciones, ni pagas extra. Sí, cobró cuando falleció su abuelo. Suponemos que toda la sociedad debe agradecer ese gran gesto del empresario, al cumplir (tarde) el convenio colectivo, que obliga a dar dos días de permiso retribuido por fallecimiento de un familiar.
Los casi 12 meses de baja
Por desgracia, sí. Durante el tiempo de la baja, además, gastando el dinero que la empresa no le paga en tratamientos, fisioterapeutas, médicos; pasando Inspecciones Médicas, acudiendo a rehabilitación y sufriendo las consecuencias de la presión a la que es sometido por parte de la empresa, que produce un agravamiento de los síntomas de su lesión y entorpece severamente el proceso de rehabilitación. Lo que no se acaba de entender es qué relación tiene esto, a no ser que se estén criminalizando las bajas laborales.
Las negociaciones
Dejamos de negociar directamente con el empresario tras haber incumplido los acuerdos alcanzados en 6 ocasiones. Hemos comprobado por activa y por pasiva que su palabra carece de valor, y así se lo comunicamos. ¿Qué sentido tiene negociar con alguien que incumple lo prometido y miente reiteradamente?.
Desde entonces, las únicas llamadas que recibió nuestro abogado fueron pidiendo rebajar la cifra que le corresponde al trabajador por sus servicios prestados. Nada más.
Pedir bajar la cifra mientras no paga su nómina, insulta al trabajador e involucra públicamente a su familia (viva y fallecida). Esa ha sido la estrategia negociadora de la empresa. Ni petición de facilidades de pago, ni reconocimiento de lo que sabe cierto, ningún otro tipo de acercamiento a una solución: impagos, mentiras, difamación y ataques personales.
También intentó presionar a quién cree secretario general del sindicato para que retirase su apoyo. Entendemos que son las dinámicas de negociación a las que está acostumbrado… pero este es un sindicato horizontal.
La verdad, nos cuesta distinguir esta reacción ante un problema laboral (impagos, avisos de ‘saldrás perjudicado‘, difamaciones personales y familiares; acusaciones de chantaje y extorsión al sindicato…) de las peores que han tenido los empresarios (incluso algunos del Partido Popular) con los que hemos mantenido conflictos laborales.
Se podría albergar la esperanza de que una persona con su trayectoria mantuviese una actitud que evitase incluso el conflicto y oportunidades ha tenido; lamentablemente, no ha sido el caso.
“Está clarísimo lo que se busca”
Sí, dignidad. No podemos dejar de admirarnos ante la capacidad para hacer una cosa y decir la contraria, para forzar una situación y culpabilizar a los demás de ella: quién ha presentado el despido como condición sine qua non para sentarse a hablar ha sido la empresa, desde el primer momento.
En la primera reunión con la sección, la negativa a hablar de la tabla reivindicativa y de negociar sólo el despido fue patente; en la conciliación celebrada por la categoría y la antigüedad, la postura de la empresa —ante el mediador— fue la de negarse a negociar nada que no incluyera el despido. En estas y en otras, más informales, la postura fue clara. Por otra parte, los ataques y difamaciones personales y familiares dejan bastante claro la ausencia de una voluntad de mantener una relación que permitiera seguir en la empresa.
Si el trabajador hubiera querido la extinción indemnizada del contrato podría haberla solicitado (y ganado) hace 4 meses y, desde luego, no se hubiera constituido una sección sindical ni presentado una tabla reivindicativa para mejorar las condiciones laborales. Se presenta ahora, tras cuatro meses en los que los únicos movimientos de la empresa han sido dejar de pagar las nóminas y atacar al trabajador y su entorno, tras haber dejado clarísimo que no existía en ningún caso la posibilidad de mantener el puesto de trabajo.